Aquí tenemos la conclusión, enhorabuena a los ganadores. Mañana sacamos la conclusión final de la historia y sorteamos el premio.
A.
Con cuidado de no hacer ruido cogéis las botellas de la caja cercana y, abriéndolas, comenzáis a derramar su contenido por encima del resto de las botellas, que abrís también.
—Ya es suficiente —dice el padre de Jorge, cogiendo una lámpara cercana.
Vosotros dos os descolgáis del barco y en menos de un minuto estáis de nuevo en el agua.
Un instante después se escucha un chillido y ves al padre de Jorge lanzarse al agua desde la cubierta.
—¡Vamos!
Nadáis lo más rápido que podéis hasta el bote de Ana y una vez arriba os alejáis a toda prisa. Miras hacia atrás y ves asomar las llamas por encima de la cubierta, de al menos dos metros de altura. A su alrededor hay un montón de hombres, que van subiendo cubos llenos de agua con una cuerda.
—¡Lo hemos conseguido! —exclama Jorge.
Su padre frunce el ceño.
—Han reaccionado muy rápido, lo apagarán.
Cuando estáis llegando al puerto ves que efectivamente el fuego se ha extinguido.
—Lo hemos intentado —dices.
En ese momento se escucha un fuerte sonido y un almacén cerca de vosotros salta hecho pedazos.
—¡Están disparando con los cañones! —exclama Jorge.
Corréis agachados en dirección a la casa de Jorge, mientras el barco sigue disparando y a vuestro alrededor caen fragmentos de casas.
En ese momento una viga te golpea en la cabeza y pierdes el sentido.
Cuando te despiertas estás en la playa con tus padres, justo en el mismo lugar en el que habías desaparecido.
—¿Qué te ha pasado? Te has desmayado.
—¡Los piratas! —exclamas. Has rescatado al padre de Jorge, aunque no has podido salvar el pueblo.
Miras hacia las ruinas del pueblo y te preguntas si lo que has vivido era real.
FIN
B.
Bajáis en silencio hasta la bodega, en la que no hay nadie y que está iluminada por una solitaria lámpara.
Tal y como había dicho el padre de Jorge, el lugar está lleno de sacos y de bolas de cañón.
—Perfecto —murmura el hombre.
Durante los siguientes minutos le ayudáis a abrir varios sacos y a esparcir el contenido por el suelo.
—Es pólvora —dice.
Os indica que subáis a la cubierta y, cogiendo otro saco, va haciendo un pequeño camino de pólvora hasta arriba.
—Id bajando, yo lo encenderé.
Os descolgáis con cuidado y una vez en el agua comenzáis a nadar hacia el bote de Ana.
Unos segundos después ves al padre de Jorge lanzarse desde arriba de cabeza.
—¡Rápido! —exclama.
Aceleráis el paso y una vez en el bote Ana comienza a alejarse a toda prisa.
Un minuto después escucháis una tremenda explosión a vuestra espalda y os agacháis.
A vuestro alrededor comienzan a caer trozos de madera, algunos ardiendo.
Miras al barco y ves que el mástil principal ha caído, además de que tiene un agujero enorme en el casco.
—Ese barco no volverá a navegar —murmura el padre de Jorge con un poco de pena.
Cuano llegáis al puerto encontráis a mucha gente que se ha congregado frente al mar para ver qué pasa.
—¡Señor! ¿Estáis bien? —pregunta un soldado, reconociendo al gobernador.
—Sí —responde en tono cansado—. Coged barcas e id a recoger a los tripulantes del barco antes de que se ahoguen, pero mucho cuidado con ellos, son piratas.
—¡Piratas! —exclama.
—Vamos a descansar y mañana hablaremos —os dice el padre de Jorge.
¡ENHORABUENA!, MAÑANA LA CONCLUSIÓN DE LA HISTORIA.
C.
Mientras Jorge y tú subís despacio el ancla, haciendo girar una manivela enorme, su padre se acerca con sigilo al timón y, después de hacerlo rodar, lo ata con una cuerda.
Mientras subes el ancla miras a los guardias. Los dos miran hacia el mar, sin darse cuenta de lo que pasa en la cubierta, además de que uno parece medio dormido.
—¿Habéis acabado? —pregunta el padre de Jorge, acercándose.
—Sí —respondes.
En ese mismo momento notas cómo el barco comienza a moverse.
—Vamos, ¡rápido! —exclama el padre de Jorge.
Os descolgáis del barco y os dejáis caer en el agua.
Cuando ya estáis en el bote el barco se ha movido bastantes metros.
—Mira —comenta Jorge—. Va directo a las rocas.
Pero en ese momento se escuchan gritos. Los vigilantes se han dado cuenta de que el barco se movía y han echado de nuevo el ancla, ya que este se detiene.
—¡Maldición! —exclama el padre de Jorge.
Desde la distancia ves que la cubierta del barco se ha llenado de piratas, que os buscan en el agua.
Pese a la oscuridad no tardan en encontraros.
—Tranquilos, están lejos para disparar —os dice el padre de Jorge.
Sin embargo un minuto después sus cañones comienzan a disparar contra el pueblo.
—¡No! —exclamáis.
Impotentes, veis como el pueblo es destrozado mientras la gente huye para ponerse a salvo. No puedes evitar llorar de pena.
En ese momento sientes un mareo y cierras los ojos, cuando los abres es de día y tu padre está a tu lado.
—¿Qué te pasa? —te pregunta, viendo tu cara.
Durante un momento no sabes qué responder.
—Nada, nada —dices, mirando las ruinas del pueblo y sabiendo cómo fue destruido.
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