Aquí tenemos la resolución de la escena. Como os decía, nadie se elimina, sino que iréis sumando puntos negativos. En esta escena sí os diré cuántos sumáis (abajo de todo), pero en las próximas no, sino que lo sabréis al final de la aventura, el sábado por la noche.
A)
Decides esperar, te sientas en el asiento que ha dejado Fabián libre y te colocas el cinturón de seguridad.
Ves como los árboles van aumentando de tamaño según descendéis y sientes un nudo en el estómago.
El avión se mantiene más o menos recto y el segundo motor también se para, pero planea con bastante suavidad, pese a que sigue perdiendo altura.
—¡Ahí hay un claro! —exclama Lucía, a la vez que baja el mando para que la avioneta baje más deprisa.
Sin embargo, el claro es demasiado pequeño para un aterrizaje y la avioneta, una vez en el suelo va chocando con los árboles con los que se va encontrando. Una de las alas salta hecha pedazos mientras la avioneta sigue avanzando hasta que por fin se detiene al chocar de frente contra otro árbol.
En cuanto te sueltas del cinturón lo primero que haces es vomitar. Te sientes fatal y no puedes ni ponerte en pie, por lo que sales del avión a cuatro patas.
—Estamos vivas de milagro —dice Lucía, que parece encontrarse igual de mal que tú.
Esperas no repetir algo así nunca más.
B)
Saltas sin tardar. El paracaídas se abre en seguida y pese al viento caes poco a poco, mientras ves cómo la avioneta aterriza de malas maneras en un claro no muy lejos de donde estás tú.
Cuando estás llegando casi al suelo el paracaídas se te enreda en las ramas de uno de los muchos árboles de la selva, pero consigues soltártelo y bajas con cuidado aprovechando que las ramas son gruesas.
No muy lejos de ti está Fabián.
—No ha sido tan difícil, ¿verdad? Vamos a buscar a mi hermana.
Os ponéis en camino hacia la avioneta y tardáis poco menos de media hora en llegar. Lucía parece ilesa, aunque se encuentra fatal a causa del duro aterrizaje. Menos mal que tú te has ahorrado esa experiencia.
C)
Te esperas a que la avioneta no esté tan alta, así quizá haya menos viento. Los árboles van creciendo con rapidez y sigues dudando pero finalmente lo haces.
El paracaídas se abre en seguida, pero has tardado tanto en saltar que ahora estás a poca altura y aunque el paracaídas frena tu caída, no consigue hacerlo del todo antes de que choques con un árbol grande y te quedes colgando de él.
Sueltas un gruñido al sentir la fuerte sacudida y el tirón del paracaídas, y durante unos segundos no puedes respirar.
Te sueltas el arnés y durante unos minutos te quedas ahí, sobre una gruesa rama, sin poder moverte. Sientes un fuerte mareo y te duele el pecho.
—¿Estás bien? —pregunta Fabián, que aparece en ese momento—. ¿Puedes bajar sin ayuda?
Asientes y desciendes poco a poco, todavía sintiéndote bastante mal.
—Ha sido una locura saltar tan tarde, te podrías haber matado. Vamos a buscar a mi hermana, ha aterrizado no muy lejos de aquí, bueno, si a eso se le puede llamar aterrizar. De eso nos hemos librado, ella sí debe de estar fatal.
Pilar
C