Aquí tenéis la conclusión de la escena 4. La escena 5 la publicaré mañana sobre las 10 de la mañana.

A.
Trepas despacio pero con seguridad, aprovechando que el árbol tiene ramas gruesas y nudosas, ideal para subir. Aún así tardas casi veinte minutos en conseguir la suficiente altura como para tener buena visibilidad. El bosque continua en todas direcciones, pero al norte, no muy lejos, ves un río no muy ancho que debe desembocar en el Amazonas. No crees que los animales peligrosos lo crucen y está bastante cerca.

   Bajas con cuidado y se lo cuentas, así que elegís ir al norte.

   Gracias a tu pequeña pérdida de tiempo habéis evitado un peligro sin gastar demasiadas horas.

   Habéis cruzado el pequeño río y os acercáis a unas gigantescas rocas cuando empieza a llover con fuerza.

   Os aceráis corriendo hasta las rocas y os cobijáis bajo un saliente que encontráis.

   —Por poco acabamos empapados —dice Lucía.

B.
Preparáis unas antorchas con hojas secas y las encendéis.

   —En marcha —dice Lucía, abriendo la marcha. Camináis despacio y alerta a cualquier sonido.

   A pesar de llevar la antorcha, tienes mucho miedo de que aparezcan esas bestias.
Durante los primeros veinte minutos no os encontráis nada y os comenzáis a relajar, cuando de pronto escucháis una especie de rugido.

   Un jaguar os mira desde las ramas bajas de un árbol.

   —Madre mía —susurra Fabián, a la vez que se santigua.

   Durante unos instantes permanecéis paralizados como piedras, pero por fin reaccionáis y lo hacéis los tres a la vez.

   Echáis a correr como locos, dejando caer las antorchas para tener las manos libres. Apenas habéis corrido un par de minutos cuando os dais cuenta de que hay una pendiente pronunciada en vuestro trayecto, pero no tenéis tiempo de reaccionar y frenar, por lo que la bajáis rodando.

   Habéis acabado llenos de cortes y arañazos, además de magullados, pero al menos estáis vivos y parece que el jaguar no tenía interés en seguiros. Al levantarte sientes un fuerte dolor en la pierna y te das cuenta de que tienes una herida bastante profunda que sangra mucho. Tus dos compañeros te la cuidan.

   —Ya te dije yo que teníamos que haber dado un rodeo —dijo Fabián. En ese momento comienza a llover y os cobijáis bajo un árbol, pero aún así acabáis empapados.

   —Lo que faltaba, vamos a coger una pulmonía —dice María, suspirando.

C.
Tardáis casi cinco horas en rodear la zona peligrosa y cuando por fin la dejáis atrás os encontráis cansados, además de que no habéis encontrado nada de agua en toda la mañana.

   Además, a la hora de comenzar el rodeo se puso a llover durante un rato y acabasteis empapados. La lluvia no duró mucho, pero ahora empiezas a sentirte un poco mal, seguro que has pillado un buen resfriado.

   —Al menos no hemos encontrado ninguna bestia salvaje —dice Fabián.